top of page

EL CIELO COMO  TECHUMBRE.  SAN BARTOLOMÉ DE LA BARBOLLA.  SORIA.

 

Era una mañana fría, como suelen ser las mañanas de noviembre en Soria. Blas Gonzalo, que ya en 2014 y 2019 había denunciado en su página de Facebook un derrumbe en el muro norte de la parroquial, nos había ofrecido la posibilidad de visitar la iglesia de La Barbolla. Blas se ha convertido en un experto en visitar y fotografiar despoblados y soledades y en dejar plasmado en su página de Facebook esas sensaciones que solo da el silencio y el olvido. Estaremos acompañados de Cándido, otro apasionado de los despoblados y del joven Marcos, con antepasados en la comarca, preocupado y al que le duele la situación de abandono de estos pueblos y sus monumentos.

Nos cuenta Gonzalo Martínez Díez que el lugar perteneció a la Comunidad de Villa y Tierra de Calatañazor, Comunidad que permaneció inalterable hasta el siglo XIX. La parroquial se asienta sobre una pequeña loma al sur de la localidad. En la actualidad La Barbolla es un despoblado dependiente de Quintana Redonda. Según leemos en el blog: Los pueblos deshabitados de Faustino Calderón el lugar de despobló en 1996 cuando el último matrimonio marchó a Soria. A pesar de la ruina generalizada hay alguna vivienda en buen estado, así como alguna nave agrícola. Al menos el cementerio se ve cuidado.

La pequeña iglesia es un claro ejemplo del románico rural, abrazada al sur por un atrio que resiste con dignidad el paso del tiempo, con algún pequeño desprendimiento en el muro de mampostería y con césped natural. A simple vista y mirando desde el sureste todo está en su sitio. Una iglesia románica con ábside semicircular, presbiterio recto, espadaña a poniente y portada cubierta con portalillo al Sur. En el lado meridional del ábside, yace arrumbada una lauda sepulcral, de la que ya se ocupó Jaime Nuño González en el Catálogo Exposición “Soria Románica. El Arte Románico en la Diócesis de Osma-Soria” de 2001, así como una pequeña huesera (presbiterio sur) rematada con elementos del antiguo tejaroz.

El inmueble se ejecutó en mampostería con sillares en los esquinales. Para salvar el desnivel, el ábside se asienta sobre un zócalo de mampostería sobre el que se superpone una hilada de sillería, no nivelada, rematada con bocel, que aparentemente se prolonga por el tramo del presbiterio, pues la huesera por el lado meridional y la sacristía por el lado Norte nos impide ver.

Este zócalo de mampostería lo vemos en la sacristía y a lo largo del muro norte de la nave. El muro absidal es fuerte y en el centro observamos una pequeña aspillera, que iluminó el recinto hasta que se decidió instalar el retablo barroco, por lo que se tuvo que abrir una nueva ventana, en este caso adintelada, en el lado meridional de ábside, que es la que hoy vemos. El presbiterio recto y ligeramente más ancho que el ábside, al igual que este se remata con una cornisa achaflanada sostenida por canecillos, entre los que podemos destacar alguno con cabezas humanas. Precisamente esta decoración se va a repetir en algunos otros lugares de la iglesia. La nave es ligeramente más alta y más ancha que la cabecera, habiendo perdido la cornisa, que hoy se nos muestra con un simple alero de tejas. En el sector occidental se abrió una ventana adintelada.

En el muro norte del templo, vemos la sacristía, con el tejado hundido, un árbol arraigó sobre los escombros, sobresaliendo por encima de lo que resta de tejado. En nuestra última visita, este se había talado. Además, y lo que es más peligroso para la iglesia, al menos desde el 2014 se están produciendo derrumbes en esta parte de la nave, lo que está amenazando la solidez del inmueble.

En el muro meridional se abre la portada en un cuerpo avanzado de sillería, asentada sobre un podio abocinado sobre el que se asientan columnas y pilastras que acogen las cinco arquivoltas, protegidas por una chambrana. Toda la portada se cubrió con una gruesa capa de cal, capa que a duras penas nos deja ver la decoración de las arquivoltas. En el arco de ingreso dos dovelas ejercen la misión de clave, decorándose la más oriental con un crismón. Las columnillas exteriores son de madera, entendemos que el deterioro de las originales provocó la utilización de este material que se cubrió con una capa de cal y arena. La decoración es simple, pudiendo destacar la decoración de la arquivolta más externa en la que aparecen bolas y caras. En la chambrana exterior unas caras enigmáticas se miran. Esta portada estuvo protegida por un tejaroz, hoy desaparecido, cumpliendo la misma misión el portalillo a tres aguas, tan típico en estas latitudes. En estos últimos años este tejado se ha deteriorado tanto, que ha dejado de cumplir la función para la que se construyó.

En el muro de poniente, que también contó con una pequeña ventana adintelada, hoy tapiada, vemos la espadaña que se estrecha en altura y se remata con bolas. Se abren dos troneras para las campanas, en la actualidad con serio peligro de derrumbe, rematándose el conjunto con decoración de bola, veleta y cruz.

portada.jpg
IMG_4169.jpg

Imagen: Cándido Las Heras

Accedemos al interior a través de dos escalones de piedra, en los que seguramente se reutilizaron sillares del tejaroz o de la cornisa de la nave. Al entrar nos damos de frente con la desolación, en un rincón yacen arrumbados los pendones y un estandarte, que lucieron en las procesiones y rogativas del Cristo de la Piedad y de la Virgen del Rosario. La cubierta se hace a dos aguas con estructura de madera, hoy seriamente dañada. Podemos decir que los huecos del tejado iluminan más el espacio que las ventanas, los retablos ya sin imágenes amenazan con derrumbarse. Todo el espacio aparece fuertemente encalado, excepto el zócalo que está pintado de color azul, que nos recuerda el poema “Azul de azules” de Gerardo Diego.

El ábside se cubre con bóveda de horno ligeramente apuntada y el presbiterio con bóveda de cañón apuntada, apoyadas ambas en una imposta achaflanada. En el lado norte del presbiterio se abre la sacristía, en la actualidad sin cubierta, los escombros bloquean la puerta y nos impide el acceso.

interior desde el coro.png

Imagen: Blas Gonzalo

retablodelcristo.jpg

Imagen: Bas Gonzalo

retablo_evangelio.jpg

Imagen: Cándido Las Heras

El arco de triunfo es muy cerrado como el de San Miguel de Parapescuez o el de Nafría Lallana. Se desarrolla con un doble arco de medio punto con chambrana exterior que se decora con bezantes, caras y motivos vegetales. El arco de ingreso se apoya sobre un cimacio de chaflán que se prolonga por el muro de la nave y dos columnas adosadas sobre podio, con capiteles decorados el del lado de Evangelio con cesta vegetal y el de la Epístola con dos grifos o dragones afrentados con las cabezas hacia abajo. El solado se cubre con una tarima de trama rectangular que sin duda tuvo una función cementerial.

A los pies de la iglesia dos pequeños habitáculos sobre los que se asienta un coro sencillo y la subida al campanario. En uno de los habitáculos encontramos una pila románica de gallones cóncavos y cenefa vegetal apoyada sobre columna y sobre una escalinata circular de doble peldaño.

En el interior el viajero contempla tres retablos barrocos, despojados de sus imágenes, éstas se llevaron a Burgo de Osma y al menos dos tallas se reutilizaron en la nueva Iglesia de Santa Bárbara de Soria, bendecida en diciembre de 1999. El retablo mayor debió de estar dedicado a San Bartolomé; el del muro sur sin duda estuvo presidido por el Cristo de la Piedad, todavía hoy con algunos exvotos, éste es de gran calidad y todavía conserva la Déesis pintada sobre tabla; mientras en el muro norte existe otro retablo, quien sabe si presidido por la talla románica de la Virgen del Rosario. Por Cándido nos enteramos que el entallador de Burgo de Osma Lorenzo Forcada Sánchez, realizó dos retablos colaterales en la parroquia de La Barbolla, Soria en 1789. 

¿Es posible que eso se deje derrumbar y perder? Una gineta sorprende a Marcos cuando trata de escalar por la escalera que da acceso al campanario. Bueno, para algo sirve la iglesia; en esto, en los exvotos, en el azul de parte de sus muros y en la ruina anunciada se parece a La Monjía de Fuentetoba. Arriba, el techo a punto de caer, muchas goteras y las vigas se van pudriendo, si estas no abrazan los muros, todo se vendrá abajo. Sin remedio, se convertirá en otra iglesia abierta al cielo, como hoy lo está la sacristía y los muertos que habitan debajo de sus maderas, la pila bautismal, los estandartes que aún resisten, las pinturas de los retablos, los capiteles y hasta la gineta, desaparecerán definitivamente. Ahora es el momento de actuar en este inmueble, sin duda un paraíso para los/as arqueólogos/as y los restauradores/as. Si se actúa a tiempo no repetiremos los errores de San Nicolás, Santa Eulalia y tantos otros inmuebles del románico cuyas naves se encuentran sin tejado y al albur del tiempo y de los expoliadores.

Hoy no sentiríamos esta desolación si se hubiera ejecutado la obra de consolidación prometida en 2008, cuando el Obispado de Osma-Soria en colaboración con el Ayuntamiento de Quintana Redonda, municipio al que está adscrito La Barbolla, se comprometieron a intervenir con 24.000 euros. Esta actuación no se llevó a efecto, pero se intentó incluir al inmueble dentro del plan de Recuperación del Patrimonio Soria Románica. Sin embargo, el Proyecto “Soria Románica” desapareció y con él las expectativas de supervivencia de esta pequeña joya.

 

Un joven con tractor y abonadora, se detiene y nos pregunta si vamos a arreglar las iglesias. Ya nos había visto en la de Revilla. No sabemos si la pregunta es irónica o esperanzada. No sabe si podrá sembrar antes de que llueva, pero el sigue preparando la tierra.

Al abandonar el pueblo la gran iglesia de Revilla de Calatañazor, ya abierta al cielo, vigila de forma poderosa nuestra huida.

subida_a_campanario.jpg

Imagen: Marcos García Barranco

cera_cofrad%C3%ADas_edited.jpg

Blas Gonzalo

Cándido Las Heras

bottom of page